jueves, 1 de diciembre de 2011

La revolución científica "siglo XVII"



Esta revolución como su nombre la indica, representa el cambio paradigmático de la era en la cual reinaban formas de proceder como la especulación y la deducción. Pasando a tiempos en el cual se procede mediante una forma mas sustentada, es decir con soportes firmes basados en la ciencia pura, es decir de cierta forma se dejo de lado la visión aérea de los hechos. La noción misma de política de la ciencia podrá ser moderna, pues nos remite a una relación estrecha, y sobre todo irreversible, entre la ciencia y los poderes públicos, pero esta relacion aparece desde los comienzos de la ciencia moderna, de hecho con ella, como si estuviese implicada por el horizonte nuevo en que sitúa su accion teórica.
En contraste con la ciencia antigua, horizonte teórico de la ciencia moderna se afirmaba en las cosas,por lo mismo, por sus promesas de aplicación, y aunque, durante largo tiempo, distó mucho de cumplirlas, el saber mantuvo una relación nueva con el poder político: el punto de arranque político de la ciencia moderna estaba inscrito en su punto de partida intelectual. La ciencia se propone ampliar nuestro conocimiento y nuestra comprensión de la naturaleza.

La idea de una ciencia que se abstiene de ser útil a la sociedad, que convierte al investigador en un hombre al que su curiosidad y sus intereses encierran en la famosa torre de marfil, se remonta a la época en que la ciencia no se preocupaba por tener, ni tenía, un verdadero dominio sobre la naturaleza, es decir, hay que pensar en la antigüedad griega y en la Edad Media.La ciencia que llamamos moderna, la que se impuso a partir de la "revolucion galileana",se construyó precisamente en contra de la idea de la ciencia que separaba a la teoría de la práctica.

Todavía en el siglo XVII, los maestros de la universidad, herederos o discípulos de Aristóteles, no sólo eran extraños a la idea de una ciencia experimental, sino hostiles sobre todo a la misma. Para ellos, la verdadera ciencia, no descansa en el intercambio entre la experiencia y la razón, la última de las cuales se probaría con la otra, sino en el descubrimiento por la sola razón, de los principios y de las verdades que la experiencia misma impide alcanzar, como un velo interpuesto, entre las apariencias y la realidad.

Ninguna época muestra mejor que ésa hasta qué punto el estado de la ciencia que consiste en contemplar está reservada a los "hombres libres", que ejecutan un trabajo 'liberal", mientras que lo técnico es lo propio de los artesanos, que hacen obra "servil"; tal y como la técnica está por debajo de la ciencia, el artesano está por debajo del "hombre libre", que es el sabio. No se puede exagerar el peso que ejerció este prejuicio social sobre la ciencia de aquel tiempo. El mismo prejuicio ha sobrevivido desde el siglo XVII en la idea, todavía tan persistente en nuestros días, de una separacion radical entre la investigación fundamental y la investigación aplicada, la ciencia y la técnica, el hombre de ciencia puro y el ingeniero.Pero el criterio que en verdad debemos tener es que la verdadera ciencia es contemplación, es decir, visión puramente intelectual de las realidades que están más allá del mundo sensible.

1 comentario:

  1. Estamos en una crisis científica porque los actuales paradigmas no pueden explicar el 95% del Universo. Es hora de que se produzca una revolución científica, es hora de que escuchemos y analicemos las nuevas teorías y que tratemos de encontrar respuestas al 95% del Universo Oscuro. Si quieres conocer una nueva teoría que explica los actuales misterios de la ciencia, solicítala gratuitamente a: martinjaramilloperez@gmail.com

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