jueves, 1 de diciembre de 2011

Relaciones ciencia y poder político



El encuentro del saber y del poder no es, de ninguna manera una singularidad de nuestra época. Como escribio condorcet, "en todos los siglos se ha visto a príncipes gustar de las ciencias, aun cultivarlas, atraer a los sabios a sus palacios, y recompensar, con sus beneficencias y su amistad, a los hombres que les ofrecían un recurso seguro y constante contra el tedio, especie de desdicha que parece estar particularmente ligada al poder supremo".Desde platón no faltaron los sabios (en aquel tiempo, los filósofos) que desempeñaron, con mayor o menor suerte, el papel de consejeros de los príncipes, y procuraron inspirar la acción política en los principios en que fundaban su saber (su filosofía).

La antiguedad abunda en ejemplos que ilustran lo que siempre hubo de ambiguo y de incomodo en las relaciones entre el saber y la ciudad.Antes de la revolución científica de los siglos XVI y XVII se produjeron sin duda intervenciones del poder político, que actuó como mecenas, patrono o cliente, pero el alcance del poder tenía pocas probabilidades de consumarse, puesto que la ciencia antigua se prohibía a sí misma ofrecer aplicaciones prácticas.

El ejemplo de Arquímedes, tan frecuentemente citado, es significativo; basta con leer a Plutarco para advertir que el más grande de los ingenieros de la antigüedad se preocupaba tan poco de sacar provecho de sus trabajos de mecánica como su socio comandatario el rey Herón: de las máquinas que construyó y que, sin embargo, fueron utilizadas contra los romanos, no hacía "el menor caso...pues eran en mayor parte juegos de geometría, que había hecho para divertirse, a manera de pasatiempo,a instancias del rey Herón".

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